LA INTRODUCCIÓN DE ALIMENTOS EN EL NIÑO

La introducción de los alimentos distintos a la leche materna en la alimentación del niño debe ser progresiva y ordenada a partir de los 6 meses, con el objetivo de conseguir que el niño alcance una dieta variada y equilibrada entre el año y año y medio de vida.
El niño a partir de este momento, está capacitado para ingerir todos los alimentos, si bien, se debe tener en cuenta que los sabores a los que acostumbremos al bebé condicionarán sus gustos y aversiones en la edad adulta y, consecuentemente, su estado nutricional y el desarrollo de diversas enfermedades. Las influencias precoces en la alimentación condicionan las preferencias futuras.
Los sabores a los que el niño se ve expuesto en los primeros meses de vida se aceptan mejor si la exposición es tardía, por ello, se considera fundamental el control de la cantidad de azúcar que se añade a las preparaciones, ya que el niño puede acostumbrarse al sabor dulce, rechazando cualquier producto que sea más amargo. A la hora de hacer la papilla de fruta, conviene utilizar todas las variedades de frutas maduras y de temporada y no endulzarla con azúcar.
Los cereales, al estar constituidos por un 80% de carbohidratos, aportan energía siendo fáciles de digerir. Pueden añadirse a la leche del biberón o, preferiblemente, administrarse en forma de papilla para tomar con cuchara, pues se habitúa al niño al uso de los cubiertos. Se suelen utilizar cereales hidrolizados predigeridos y se aconseja introducir el gluten sobre los 8-9 meses de vida, para evitar posibles celiaquías. Se desaconseja la adición de miel por ser un alimento rico en azúcares.
Las frutas se introducen a partir del 5º mes en forma de papillas y ordenadamente, para controlar posibles alergias. Así, las fresas y los melocotones no deben administrarse antes del año porque son potencialmente alergénicos. Las papillas de frutas deben tomarse con cuchara, y, a partir del año, se pueden ofrecer al niño pequeños trozos de fruta muy madura.
Con respecto a las carnes, se debe utilizar pollo, cordero o ternera en cantidades progresivas sin pasar de 40 g/día al principio, preparadas en puré junto con verdura.
Las hortalizas y verduras que acompañan a estos purés son patata, zanahoria, calabacín, puerro, tomate… Las espinacas y acelgas deben introducirse después de los ocho meses, porque su excesivo contenido en nitritos puede causar metahemoglobinemia en menores de esa edad, aumentando el riesgo con el tiempo de conservación de un puré una vez preparado.
Los pescados se introducen a los nueve meses por su potencial alergénico. Si existen antecedentes de atopia o alergia alimentaria, se esperará a los 12 meses. A partir de esa edad, deben sustituir a la carne en el puré 2- 3 veces por semana.
Como sustitutivo proteico de la carne, puede utilizarse también el huevo. La yema no debe introducirse antes de los 9 meses y la clara antes del año, siempre bien cocido y no más de dos por semana.
Las legumbres se introducen a partir de los 12 meses y en pequeña cantidad, ya que pueden resultar difíciles de digerir por su contenido en fibra.

Consideraciones

• Es adecuado mantener la leche materna o fórmula adaptada de continuación hasta los 2 años. Es recomendable ampliar al máximo la gama de alimentos, de manera que el niño a los 2 años pueda comer casi lo mismo que un adulto.

• Los frutos secos, patatas fritas industriales, frutas con semillas, caramelos y, en general, los alimentos que pueden causar atragantamiento o contener azúcar o sal en exceso, no deben administrarse antes de los tres años.

• La tolerancia y el respeto a la autonomía del niño cuando se incorpora a la mesa facilita el aprendizaje de hábitos correctos.

• Un niño de 14 meses puede empezar a comer alimentos blandos enteros, poco a poco irá sustituyendo el biberón por el vaso y aprendiendo a utilizar la cuchara y el tenedor, aunque al principio usará los dedos para comer él solo. Para aprender, tiene que experimentar y mancharse, si no lo permitimos, perderá el interés.

Los niños suelen ser caprichosos en cuanto a sus preferencias por determinados alimentos y su rechazo a otros. Si les dejamos elegir, la dieta será monótona y repetitiva. Las dietas selectivas con pocos alimentos, pueden ser deficitarias en algunos nutrientes. Por ello, la educación es fundamental en la adopción de hábitos alimentarios correctos. Los padres deben ser un modelo a imitar por los niños comiendo y disfrutando de una alimentación variada.

Por último, es preferible no forzar la alimentación, debemos pensar que el niño tiene que aprender a comer de forma saludable, sin considerarlo excepcional y ser premiado.

Bibliografía:
- Manual práctico de nutrición pediátrica,alimentación del lactante sano, P. Pavón Belinchón, I. Parra Martínez, M. Aparicio Rodrigo,M.L. Arroba Lasanta

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